domingo, 1 de febrero de 2015

Los 50 años

Mi suegra, que nunca ha sido mi filosofo de cabecera, dijo en cierta ocasión, como una de sus coletillas habituales, que la vida se acaba a los 50 años, y que a partir de entonces se empieza a morir.
Como es natural, hasta llegar a esa edad, no le hice ni el más mínimo de los casos, ni en eso, ni en casi ninguno de sus pensamientos.
Pero hete aquí, que al llegar a la mágica edad, empezaron a acontecerme una serie de deterioros físicos irreversibles, que me replantearon su aseveración.
Yes que sabe mas el diablo por viejo …
No se trata de ser un hipocondriaco, es ser objetivo con la cruel realidad. Pues si bien en ocasiones, yo mismo me he reconocido cercano a esos obsesos, que ante una pequeña dolencia se creen presa de una repentina y fulminante enfermedad,  ahora me enfrento a algo tangible. Los resultados analíticos me han hecho cambiar la perspectiva al respecto.
Si antes he comentado los cincuenta años como punto de inflexión, la realidad es que en cuestión de mi salud, han sido dos los momentos. El primero el embarazo de mi esposa de mi primer hijo, y el segundo y más importante el día que decidí dejar de fumar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario